Mateo 7:24-27 ' »Por tanto, todo el que me oye estas palabras y las pone en práctica es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca. Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; con todo, la casa no se derrumbó porque estaba cimentada sobre la roca. Pero todo el que oye mis palabras y no las pone en práctica es como un hombre insensato que construyó su casa sobre la arena. Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, soplaron los vientos y azotaron aquella casa. Esta se derrumbó y grande fue su ruina». '
Romanos 12:1 'Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. '
1 Pedro 2:4-5 'Cristo es la piedra viva, desechada por los seres humanos, pero escogida y preciosa ante Dios. Al acercarse a él, también ustedes son como piedras vivas, con las cuales se está edificando una casa espiritual. De este modo llegan a ser un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por medio de Jesucristo. '
Queridos Queridas, hoy nos reunimos en este lugar sagrado, un espacio donde nuestras almas se encuentran y nuestros corazones se elevan.
En un mundo que a menudo parece caótico y desolado, es vital que nos reconectemos con la verdad que nos da esperanza y propósito:
"Mi piedra angular es Cristo".
Este no es solo un lema; es la esencia misma de nuestra fe, una declaración que tiene el potencial de transformar no solo nuestras vidas individuales, sino también nuestra comunidad en Cristo.
Vivimos en tiempos en los que la incertidumbre abunda.
Las noticias que consumimos diariamente, las luchas que enfrentamos en nuestras vidas personales y las crisis que afectan a nuestras comunidades pueden hacernos sentir como si estuviéramos navegando en aguas turbulentas.
Sin embargo, en medio de todo esto, hay una verdad eterna que se mantiene firme:
Jesús es nuestra roca, nuestro refugio seguro.
En un mundo en constante cambio, Él es el ancla que nos sostiene.
En Mateo 7:24-27, Jesús nos habla de dos tipos de constructores: uno que edifica su casa sobre la roca y otro que la construye sobre la arena.
Cuando vienen las tormentas, la casa sólida permanece en pie, mientras que la que está sobre la arena se derrumba.
Esta parábola no es solo una historia; es un desafío directo a cada uno de nosotros.
¿Sobre qué estamos construyendo nuestras vidas? ¿Estamos poniendo nuestra confianza en las cosas temporales, en los placeres pasajeros, o estamos cimentando nuestra vida en la verdad de Cristo?
Hoy quiero recordarte que "No hay mayor privilegio que ser llamado hijo de Dios".
Sin embargo, con ese privilegio viene la responsabilidad de vivir conforme a esa identidad.
Ser cristiano implica más que asistir a la iglesia; se trata de ser la iglesia.
Se trata de ser un reflejo de Cristo en cada rincón de nuestra vida.
Cada palabra que pronunciamos, cada acción que llevamos a cabo, debe ser un reflejo del amor de Cristo, un amor que desafía las normas y que va más allá de nuestras limitaciones humanas.
Hoy, quiero desafiarte de manera profunda: ¿Estás dispuesto a soltar las cosas que te han estado anclando a la arena?
Tal vez son relaciones tóxicas, hábitos destructivos o incluso una visión distorsionada de quién eres.
Jesús nos llama a dejar atrás todo lo que nos impide construir sobre la roca.
¡Presten Atención!
"La gracia de Dios es suficiente, aunque nuestra vida no lo sea".
Esta afirmación nos desafía a aceptar que no tenemos que ser perfectos para ser amados por Dios.
A menudo, nos sentimos abrumados por nuestras imperfecciones y fracasos, pero es precisamente en esos momentos de debilidad que la gracia de Cristo brilla con más intensidad.
Cuando reconocemos a Cristo como nuestra piedra angular, comenzamos a entender que nuestra vida debe ser un reflejo de Su amor, gracia y verdad.
Esto no es un camino fácil. Requiere sacrificios, decisiones difíciles y, sobre todo, una rendición constante a Su voluntad.
Ser un verdadero cristiano significa estar dispuesto a ser transformado, a dejar que el Espíritu Santo trabaje en nosotros de maneras que a veces son incómodas.
Imagina el poder de una comunidad unida por este fundamento.
Una iglesia que no solo se reúne para adorar, sino que es un faro de luz en un mundo oscuro.
Una comunidad que se desafía mutuamente a crecer en fe, a servir a los demás y a amar sin límites.
Esto es lo que sucede solamente cuando Cristo es nuestra piedra angular.
La pregunta es:
¿Qué estamos dispuestos a sacrificar para ser verdaderamente cristianos?
Creo en que lo más importante del mensaje es lo que sigue
El apóstol Pablo nos exhorta en Romanos 12:1 a presentar nuestros cuerpos como un sacrificio vivo, santo y agradable a Dios.
Esto significa que nuestra vida no nos pertenece; somos llamados a vivir para Él, a ser instrumentos de Su paz y amor.
Entonces Hoy, te invito a hacer un examen profundo de tu vida. Pregúntate: ¿Qué áreas están construidas sobre la roca? ¿Cuáles están en la arena? Si encontramos partes de nuestra vida que no están alineadas con Cristo, no debemos desanimarnos.
Él está listo para restaurarnos, para ser nuestra roca en esos momentos de debilidad.
Ojo entienda esto:
"La vida es un viaje, no un destino".
Este viaje puede ser complicado y, a veces, doloroso, pero en cada paso, y esto es lo que me apasiona me vuelve loco que Cristo está con nosotros.
Él nos sostiene y nos guía, incluso cuando tropezamos.
La clave está en confiar en Él, en permitir que Su amor y gracia nos transformen.
Al final, se nos recuerda que nuestra identidad en Cristo es inquebrantable.
Eyyyyyyy No somos definidos por nuestros fracasos, sino por Su victoria.
En 1 Pedro 2:4-5, se nos dice que somos piedras vivas, edificados como una casa espiritual.
Cada uno de nosotros tiene un propósito único y vital en el plan de Dios.
Así que, queridos queridas, hoy los desafío a que se levanten como verdaderos seguidores de Cristo.
Permitamos que nuestras vidas hablen de Su amor, que nuestras acciones reflejen Su luz y que nuestras decisiones estén cimentadas en Su verdad.
Al salir de aquí, llevemos con nosotros la certeza de que, aunque el mundo puede ser incierto, nuestra esperanza está firmemente anclada en Cristo, que es nuestra piedra angular.
Oremos para que el Señor nos dé la fortaleza y el coraje para ser verdaderamente cristianos, viviendo en Su verdad y extendiendo Su amor a todos los que nos rodean.
Amén.
Pastor Pablo Gomelsky