Discípulos

Escrito el 13/07/2025
MDS Temperley

“¡Iglesia, Despertá! Forjemos Discípulos que Sacudan el Mundo”

Mateo 28:19-20 'Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.'

¡Buenos días, familia! Hoy no venimos a dormirnos en los laureles ni a cantar bonito para sentirnos bien.

¡Venimos a ser sacudidos por el fuego de Dios!

La iglesia no es un club social, no es un refugio para escondernos del mundo.

¡Es un ejército en marcha, una fuerza imparable para llevar el amor de Cristo a cada corazón roto, a cada casa perdida!

Jesús nos dio un mandato en Mateo 28:19-20: “Id, y haced discípulos.”

Pero hoy vamos a desenterrar una verdad escondida en esas palabras que nos va a golpear duro y nos va a obligar a decidir:

¿vamos a vivir a medias o vamos a darlo todo por Cristo?

Prepárense, porque este mensaje no los va a dejar indiferentes.

 

Punto 1: No Hay Excusas, la Misión es Ahora

Jesús no pidió opiniones cuando dijo: “Id, y haced discípulos a todas las naciones.” ¡Eso es una orden, no una sugerencia!

No es para los pastores, no es para los que tienen un título en teología,

¡es para vos!

Sí, vos, el que está pensando:

“Yo no estoy listo, no sé suficiente, no soy quién para hablar de Jesús.”

Basta de excusas.

La iglesia no está aquí para sentarse cómoda; está para salir al mundo y arrancar almas de la oscuridad.

Imaginá que ves una casa en llamas y sabés dónde está la salida. ¿Te quedás callado?

¡No, corrés a sacar a la gente!

El mundo está en llamas: dolor, adicciones, familias rotas. Y vos tenés la respuesta: Jesús.

Pero si te quedás en tu silla, el mundo sigue ardiendo.

La pregunta es directa: ¿vas a obedecer el mandato de Cristo hoy, o vas a seguir mirando para otro lado?

 

Punto 2: Hacer Discípulos No es un Juego, es una Batalla

Cuando Jesús dijo “haced discípulos” en Mateo 28:19, usó una palabra en griego, mathēteusate, que no es solo predicar un sermón y listo.

Significa forjar vidas, moldear personas que no solo crean en Jesús, sino que vivan como Él, que carguen su cruz, que entreguen todo por el reino.

No se trata de llenar bancas o contar conversiones; se trata de transformar corazones para que ardan por Cristo.

Esto es una batalla, no un paseo.

Discipular es ensuciarte las manos, es sentarte con alguien que está roto y caminar con él,

enseñarle a seguir a Jesús en cada paso.

Es abrir tu casa, gastar tu tiempo, orar hasta que duelan las rodillas. ¿Estás dispuesto a pelear esa batalla?

Porque si solo querés cantar alabanzas y sentirte bien, te estás perdiendo el corazón del evangelio.

Jesús no murió para que vivamos cómodos; murió para que seamos sus soldados,

forjando discípulos que cambien el mundo. ¿Qué vida vas a moldear esta semana?

 

Punto 3: Discipular es Sangre, Sudor y Lágrimas

Miremos a la iglesia primitiva en Hechos 2:42-47.

No eran un club de fans de Jesús; eran una familia que lo compartía todo:

su comida, su tiempo, sus casas.

Oraban juntos, estudiaban la Palabra, y el resultado fue que el mundo los veía y decía:

“¡Yo quiero eso!”

Pero no era fácil.

Discipular significaba sacrificio: arriesgarse a ser rechazados, abrir sus vidas, dar hasta lo que no tenían.

Es como cuando ayudás a un amigo a salir de un pozo.

No basta con tirarle una cuerda; a veces tenés que bajar al barro con él.

Discipular es invitar a alguien a tu mesa, escuchar sus luchas, orar con él,

mostrarle a Jesús con tu vida.

No es un evento de un día; es un compromiso de por vida.

Y no me vengas con que no tenés tiempo o que no sabés cómo.

Si Jesús vive en vos, tenés todo lo que hace falta.

La pregunta es: ¿vas a discipular con todo, o te vas a quedar en la superficie?

 

Punto 4: Una Iglesia que Discipula Sacude el Infierno

Cuando la iglesia se toma en serio el mandato de mathēteusate, el infierno tiembla.

En Juan 17:18, Jesús dice:

“Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo.”

Somos enviados con el mismo poder que Jesús tuvo, pero solo si vivimos con fuego.

Una iglesia que forja discípulos no solo crece en números; cambia ciudades, restaura familias, rompe cadenas.

Imaginá tu barrio transformado porque vos discipulaste a una persona, y esa persona a otra, y así sigue.

Pero eso no pasa si nos quedamos tibios, si nos conformamos con cultos bonitos y nada más.

El mandato de Cristo es un llamado a la guerra espiritual, a pelear por almas con oración, con amor, con sacrificio.

¿Estás listo para que tu iglesia sacuda el infierno, o vas a seguir jugando a la religión?

Conclusión y Llamado

Familia, la iglesia no es un club, es un incendio que Dios quiere desatar en el mundo.

El mandato de mathēteusate nos confronta:

no basta con creer en Jesús; tenemos que forjar discípulos que vivan como Él.

Hoy te desafío a dejar las excusas, a salir de tu comodidad, a pelear por almas.

Abrí tu casa, discipulá a alguien, viví con un amor que queme.

¡Que nuestra iglesia sea un terremoto que haga temblar al enemigo y traiga el reino de Dios a cada corazón!

Oremos: Padre, prendé un fuego en nosotros que no se apague. Perdona nuestra tibieza y danos pasión para forjar discípulos. Que nuestra iglesia no sea un edificio, sino un ejército que transforme el mundo con tu amor. En el nombre de Jesús, amén.

 

Aplicación Práctica

  1. Compromiso radical: Esta semana, elegí a una persona y comprometete a discipularla: invitála a un grupo pequeño, estudiá la Biblia con ella, orá por su vida.
  2. Oración guerrera: Dedicá 10 minutos al día a orar con poder por tu comunidad, pidiendo que Dios levante discípulos valientes.
  3. Vida entregada: Buscá una forma concreta de servir en tu iglesia (mentoría, evangelismo, grupo pequeño) y viví el mandato de Cristo con todo.