Caminando Como Sin Ver

Escrito el 19/10/2025
Christian Schahab

Santiago 2:17 – “Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.”  

La identidad que practicamos  

Desde que somos chicos, estamos expuestos a muchos estímulos: información que nos muestra  quiénes somos y qué podemos ser. Por eso es clave la labor de los padres y del círculo cercano en la  crianza.  

Aprendemos a amar ciertas cosas, y nuestra identidad se forma por lo que aprendemos a desear y  amar por encima de todo. No es lo que sabemos, sino lo que amamos y practicamos lo que nos  transforma.  

Las experiencias del pasado determinan nuestras conductas presentes. Muchas veces esto genera  traumas y, en algunos casos, desemboca en adicciones.  

La palabra “adicto” significa literalmente “sin habla”.  

Las adicciones no son solo drogas o alcohol; pueden ser un deporte, trabajo, sexo, redes  sociales… todo lo que usamos para llenar vacíos y buscar aceptación.  

En Romanos 12:2 la Biblia dice – “No se conformen a este mundo, sino transfórmense  mediante la renovación de su mente.” Encontramos herramientas para poder cambiar.  

Para sanar traumas necesitamos grupos de conexión, donde podamos abrir el corazón y practicar  hábitos que reconfiguren alma, mente y emociones.  

Son los que nos ayudan a poner en practica Proverbios 4:23 – “Sobre toda cosa guardada, guarda tu  corazón; porque de él mana la vida.”  

“Lo que tu cuerpo repite, tu alma aprende.”  

“No es lo que sabes, es lo que amas y practicas lo que te forma.” 

 

Memoria muscular espiritual  

La memoria muscular solo se desarrolla mediante la repetición.  

Si no repetís algo, no lo vas a aprender.  

Nuestro cuerpo reacciona automáticamente según lo que ha experimentado antes.  

• Ejemplo: cuando eras chico y tu mamá decía “pasa que no te voy a hacer nada”, tu cuerpo  ya sabía cómo protegerse.  

Los deportistas repiten ejercicios para que su cuerpo responda automáticamente. Lo mismo sucede  en la vida espiritual: tu cuerpo aprende a obedecer a través de la práctica. 

1 Corintios 9:24-27 – “¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren,  pero uno solo recibe el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha  de todo se abstiene de todo; ellos lo hacen para recibir una corona corruptible, nosotros, una  incorruptible.”  

Filipenses 3:14 – “Prosigo a la meta para premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.”  

“Repite hasta que se convierta en parte de tu ser.”  

“Tus hábitos entrenan tu corazón y preparan tu alma para Dios.”  

 

Dios nos creó para desear y amar  

Dios nos creó con la capacidad de desear.  

La industria del entretenimiento distorsionó esta palabra, y muchas veces nos da miedo  hablar del deseo.  

Salmos 37:4 – “Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu  corazón.”  

Dios no se horroriza de los deseos desordenados, pero tampoco quiere que vivamos  dominados por ellos.  

Cuando le decís a tu cuerpo que haga lo que tu corazón verdaderamente desea (amar y  sentirse amado, y experimentar el amor de Dios), aprendes a alinearte con Él y no con los  placeres pasajeros de la carne.  

Mateo 6:33 – “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas  os serán añadidas.” 

“Alinea tu deseo con lo que Dios diseñó para tu corazón.”  

“El verdadero placer nace de un corazón que busca a Dios.”  

 

Acción antes del sentimiento  

“Fake it till you make it”: hazlo aunque no lo sientas, hasta que lo sientas de verdad.  

Hacemos muchas cosas aun sin sentirlas, por ejemplo ir a trabajar: no siempre lo hacemos  por amor, sino porque es necesario.  

Cuando levantamos las manos, nos arrodillamos, aplaudimos, entrenamos a nuestro  cuerpo para obedecer, adorar y conectarse con Dios.  

El ayuno que estamos practicando en estos 21 días, es fundamental para entrenar nuestro  cuerpo a obedecer más allá del sentimiento.  

Cuando nuestro objetivo es más importante que nuestro estado emocional, no nos  quedamos quietos.  

Muchos padres, abuelos y madres sacrificarían su comodidad y sentimientos por sus hijos;  eso también es entrenar el cuerpo a decidir correctamente.  


Recordemos a la Mujer Cananea  

• Fue ignorada  

• Fue humillada y tratada como un perro  

• Aun así, se postró y adoró 

• No negoció ni hizo trato; su fe en acción abrió la puerta al milagro 

Mateo 15:28 – “Entonces Jesús le dijo: ¡Oh mujer, grande es tu fe! Hágase contigo como  deseas.”  

Hebreos 11:1 – “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se  ve.”  

“La fe comienza en la acción, no en el sentimiento.”  

“Obedece primero, el corazón seguirá después.” 

 

Hábitos que reforman tu alma  

Cada hábito repetido reconfigura tu cerebro y tu corazón, como caminos en un bosque:  mientras más lo recorrés, más definido queda.  

Cada vez que repetimos un acto, se traza un camino en nuestro cerebro hasta que se  convierte en autopista, y es difícil cambiar la conducta.  

Efesios 4:23-24 – “Y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre,  creado según Dios en justicia y santidad de la verdad.”  

Ayunar, orar, adorar: no es solo dejar de comer, series o redes; es tomar control del cuerpo  y abrir caminos que nos acerquen a Dios.  

Las adicciones surgen buscando llenar necesidades profundas: ser amado y sentir placer.  

Cuando mente y corazón se alinean con Dios, encontramos el verdadero alivio y deleite  que reconecta todo nuestro ser.  

Gálatas 5:22-23 – “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad,  bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.”  

“Cada hábito que repetís entrena tu alma.”  

“Tus acciones crean caminos permanentes en tu corazón y tu mente.”  

 


 

 ¿Cuándo empezar a practicar el cambio? Hoy. No dependas de lo que sientas.

Levanta las manos, ora, adora, ayuna: entrena tu fe hasta que tu corazón siga tu acción.

La vida se forma en lo que practicamos, no en lo que sentimos.  

Que cada hábito repetido te acerque más a Dios y transforme tu mente, cuerpo y corazón.  

“La fe es un músculo: ¡entrenalo!”  

“Tus hábitos transforman tu corazón, tu mente y tu destino.”  

“La obediencia constante abre el camino para que la fe florezca en tu vida.”